dimarts, 25 d’octubre del 2016

Pululando por los villages


KO MPISI

Se están acercando las lluvias, es momento de ponerse manos a la obra. Es sábado quince de octubre y nos dirigimos a KO Mpisi para hablar sobre las propuestas que teníamos preparadas para sus campos. A las 10 de la mañana y con un calor tórrido, nos dirijimos a la autopista A8 o Livingston Way en honor al explorador británico. Allí, entre los barrios de Mkhosana y Chinotimba es donde los viajeros hacen autoestop, tal y como podríamos llamarlo nosotros. En realidad los taxis o gente en disposición de un vehículo, ofrece plazas para reducir el coste del viaje. El precio local es un dólar por trayecto a las cercanías de Victoria Falls.
Todo el mundo se ofrece a llevarnos. Para los khiwas nos indican que un viaje hasta Mpisi son 15 dolares. Como también es lógico nos negamos en rotundo, pues conocemos el “Local Price”. Tras negociar un poco conseguimos el precio habitual hasta el cruce de la A8 con el camino principal del Area de Monde, donde se encuentra el village de Mpisi.
Para llegar hasta allí nos subimos a un taxi de 7 plazas que contándonos a nosotros sumaba un total de 13 pasajeros. Apretados como sardinas en una lata, con el maletero a punto de explotar de cerveza de sorgo, un asiento improvisado con cojines entre el copiloto y el conductor, 3 hombres y una joven con su niño en el regazo y nosotros atrás sintiendo la cerveza en la cabeza, al lado de 3 niños comiéndose un buen polo flash o algo similar, podríamos decir que era una estampa digna de la actualización del camarote de los hermanos Marx.
Por el camino van bajando y subiendo pasajeros, no antes sin abonar religiosamente la tarifa de un dólar. Llegamos al cruce casi sin sentir las piernas y nos ponemos a caminar. Desde el cruce hasta el camino que nos lleva directos al village hay unos 3 km. Al llegar nos encontramos con un village lleno de gente. Al ser fin de semana, los hijos e hijas que ahora viven en Chinotimba o en Mkhosana, “in town” como dicen ellos; vuelven para ayudar a su familia con la preparación de la comida. Es mucha pues un grupo de turistas vienen de visita y por primera vez se quedaran a comer. Mientras las mujeres la preparan, hablan de la semana con sus parientes al tiempo que Mpisi explica costumbres y tradiciones a los turistas.
Nosotros esperamos dentro de un hat, supongo que para no dañar la imagen de “village” alejado de la civilización donde no debería verse gente blanca. Aunque una hora después salimos y una turista nos vio y dijo que no se esperaba ver un blanco por ahí. Lástima.
Es costumbre que cuando un forastero visita un village, se le ofrezca un plato de Sadza con guarnición. Suele ser algo de verdura y algún pedazo de carne. No está mal, aunque la sadza es insípida y pesada, el acompañamiento compensa el sabor. El problema está en la cantidad. Nosotros creemos que puede rondar los 300gr incluso los 500g en algunas ocasiones. Acostumbrados a comer menos cantidad y más regularmente se nos hace un mundo terminar esos platos aunque por educación intentamos hacerlo.
Finalmente conseguimos hablar con Mpisi, este se muestra contento de nuestra aparición. Le mostramos nuestro interés por hablar sobre el trabajo que realizaremos cuando llegue el momento, y despreocupado por ello nos dice que sería mejor que lo habláramos el lunes y que si queremos nos podemos quedar a dormir un par de noches. Así quedamos. Sería toda una experiencia.

Por la noche nos despedimos de Helena, la hermana de José Luis que tras una larga temporada aquí vuelve a España para viajar con su hijo en barco velero. Es una autentica marinera y la echaremos de menos.

Monde area dust road to KO Mpisi

KO SWAZI

Domingo. Está vez nos dirigimos a ver a Cairos. Tenemos suerte y Albert y Pau, dos hermanos, uno guía de safaris y otro climatólogo que aterrizó en Adis Abeba y ha recorrido medio continente con su mochila, nos acercan hasta KO Swazi.
El día transcurre tranquilo allí. No hay apenas más ruido que el de los cabritos y las gallinas de guinea que pululan sueltas buscando cualquier cosa que llevarse al pico ¡Que graznido más desagradable! Comentamos con Cairos que tal lleva la faena del amontonamiento del estiércol. Nos dice que no han podido hacerlo ya que la prioridad para ellos es preparar el campo que tienen más alejado del “village”. En él tienen que despejar la tierra de ramas y arbustos talados y crear una valla de seguridad contra el ganado. Su fuerza de trabajo se basa en dos chavales que van haciendo la faena y al tratarse de media hectárea y con estos calores, es comprensible que tarden. También nos dice que entiende la faena que queremos hacer y que en cuanto dispongan de tiempo él y sus chicos lo harán.
Pasamos la tarde con la familia divirtiéndonos y charlando. Son muy buena gente y realmente nos sentimos acogidos. Antes de irnos a pie nos hicimos unas fotos.

Foto de familia
El camino de vuelta se hizo duro, son más de 3 km hasta la A8 y el sol seguía machacando. Cairos se mostró decidido a acompañarnos y así lo hizo.
Llegamos a casa en autoestop y un tanto cansados son recogió un honda rojo ¡Con un barcelonés dentro! Teníamos que recuperar fuerzas pues nos esperaban 2 días en KO Mpisi.

DOS NOCHES EN KO MPISI

Por fin llegó el lunes y ya podríamos hablar sobre los campos. Llegamos a media mañana, acompañados por Alberto y Arnau, dos arquitectos de Castelldefels y Tarradell respectivamente, que ganaron un concurso de África Crece hace ahora seis años, el premio era un viaje a Vic Falls ¡Y aquí están! ¡Catando los village!
El calor abrasador, imposibilita cualquier faena así que nos invitaron al gran hat abierto donde reciben a las manadas de turistas, el granero. Allí experimentamos, el ritmo de vida africano. En esta época consiste en esperar a que el sol se marche.
Dicha estructura tiene una superficie de 172.3 metros cuadrados, por vosotros, nuestras intrépidas e intrépidos lectores, me he tomado la molestia de medirlo vía satélite. Es similar a los hats redondos, pero rectangular, con el suelo típico hecho de excrementos de vaca, arena y agua. El techo de “elephant grass”, una hierba que puede superar los dos metros de alto y que una vez seca, sirve para los tejados de estas construcciones tradicionales. Carece de paredes, gracias a lo que el aire corre libremente, cosa que se agradece siempre que su temperatura no sea exagerada.

El granero

Apreciaciones arquitectónicas aparte, es el lugar donde como decía, en la época seca, se pasa la gran parte del tiempo ya sea leyendo, hablando, escuchando la radio, también hay quien pinta o duerme, en sociedad, siempre en sociedad. Especialmente los hombres, las mujeres pasan gran parte del día cocinando, el machismo es una lacra extendida, una ideología que no entiende de fronteras o continentes.
Efectos del agua sobre las coles

AGUA

Llevan aquí dos meses sin agua corriente. Es uno de los pocos village que,  gracias al esfuerzo de África Crece,  goza de este privilegio, a estas alturas debería ser un derecho, pero bueno, lo dejo aquí.
Resulta que al poco de llegar nosotros a Victoria Falls, se rompió una de las dos bombas que distribuye el agua por la ciudad y sus pedanías. En el núcleo urbano sufrimos cortes diarios selectivos por barrios, de varias horas ya que, una sola bomba no puede ofrecer el caudal necesario para toda la ciudad y como consecuencia las cañerías que llevan agua a una parte la zona rural van vacías, ya ha habido alguna manifestación, pero la gente tienen aún miedo de asaltar las calles.
¿Cómo se traduce todo este drama mecánico en KO Mpisi y el área de Monde? Yo os lo cuento. La totalidad del agua del pozo que conservan y comparten con otros village, va lógicamente para consumo humano, la consecuencia agronómica la podéis observar en la fotografía de aquí al lado, que muestra el estado de un cultivo en la parcela hasta hora irrigada ¡La misma que en la cabecera del blog!


LA ESCUELA PRIMARIA

Mpisi nos propone visitar una de las escuelas primarias del área de Monde resulta que tienen un huertecillo. Mostramos interés por la escuela y nos explica que una de las cosas que más le enorgullecen del sistema educativo zimbabuense, es que, por lo menos en las áreas rurales, la enseñanza es muy práctica ¡Nos enseñan como cocinar sadza! ¡Incluso a cultivar! Exclama soberbio.
Llama a una de las profesoras del centro para concertar una cita, que tendrá lugar la siguiente mañana. Lamentablemente, a la mañana siguiente, al alba, Mpisi me comunica que debe acudir a un funeral, ha muerto una mujer en alguno de los village del área y para él,  como jefe de Monde, es un compromiso ineludible. Dice que acudiendo a actos como este, es cuando uno se hace un lugar en la comunidad, si no vas, luego no puedes esperar mantener una buena relación con el resto de habitantes.
Nos despedimos ya después de este largo relato, extensión que sirve para limpiar nuestra conciencia después de dos semanas sin escribir. Resumiendo, estamos un poco hartos de sadza Mpisi ya dice que no somos "khiwas", igual es por nuestra capacidad de comerla en la misma proporción que ellos, lástima que nosotros luego no nos podamos mover...
Cordialmente Hećtor y Marcos