divendres, 6 de gener del 2017

Queda poco

Nos queda menos de un mes por estos lares. Estamos concentrados en el proyecto pero se hace inevitable empezar a pensar en la vuelta a la península, se suman ya a las respectivas listas aspiraciones tan nobles como ponerse las pilas con el inglés, empezar cuanto antes el trabajo de fin de grado, enviar mails para conseguir un trabajo de verano, etc, etc.

Desde la última entrada, hemos vuelto a pasar por Lupane y Bulawayo para estudiar unas muestras de los suelos de KO Mpisi y KO Swazi. Esta entrada tendría que haber sido publicada hace un mes, pero hemos pasado una larga temporada sin wifi en casa...



Un trocito de la calle principal de Lupane
Como dijimos hace ya tiempo, estamos preocupados por la salinidad que acaba con la ya de por si escasa fertilidad de estos suelos, volviéndolos incultivables durante varios años consecutivos. 

A priori esto no debería ocurrir, ya que el gran tamaño de las partículas de arena del desierto del Kalahari, propicia una percolación adecuada, excesiva incluso, es decir las sales que, en altas concentraciones, impiden la óptima absorción agua al encontrarse en los estratos superficiales del suelo, sean arrastradas, gracias a la acción del agua de lluvia, hacía capas más profundas, donde no perjudican al cultivo.

Con el tiempo, y esto pasa en la gran mayoría de suelos del mundo, estas sales vuelven a subir por la acción del cultivo y es que la raíz al absorber agua, arrastra de vuelta estas moléculas perjudiciales, hacía la superficie de nuevo y el efecto fitotóxico reaparece.

Es por esto que decidimos comparar la concentración de sales, mediante el estudio de la conductividad eléctrica del suelo, tomando una primera muestra al inicio de la temporada de lluvias (octubre-noviembre) y una segunda en marzo-abril cuando concluye normalmente dicha estación. Dependiendo de los resultados obtenidos al final de la estancia de Jordi y Natalia, decidiremos si hace falta intervenir o no.

Esto que suena tan interesante, y verdaderamente lo es, supuso un esfuerzo inimaginable en nuestro continente. Concretamente, 16 horas de autobús en dos días, con una compañía que acaba con tu sistema nervioso mediante el bombardeo incesante con música tradicional y religiosa del país. El problema de la música folklórica allá donde vayas, es que se basa en el principio de repetición. Repetir estrofas, estribillos, melodías…

Ni que decir tiene el alivio que supone cuando cae alguna de Celine Dyon, y no es que esta señora sea santo de mi devoción... ¡Pero que gusto! Aun desconociendo el significado de lo que has escuchado, luego te ves en un laboratorio cantando en Shona-inventado…

En primer lugar nos dirigimos a la Lupane State University, quienes carecían del equipo necesario para estudiar la conductividad eléctrica del suelo, así que, acompañados de Mr. Lucky un técnico de laboratorio-profesor, la mañana siguiente pusimos rumbo hacía Bulawayo, otras cuatro horas de autobús, una pateada de una hora y un taxi con capacidad para doce en el que íbamos, veintiuna personas nos llevaron hasta la “School of Mines” la escuela de minería (privada) más prestigiosa del Sud de África. Zimbabwe un país de riqueza mineral incalculable sin explotar, que forma a buenos ingenierxs que tienen que emigrar a Zambia o Botswana, una pena ¿Les suena de algo? A mí sí.
Laboratorio de School of Mines de Bulawayo

Diluimos 50g de muestra en 50 mL de agua destilada
Agitamos durante 5min la mezcla

Y medimos la conductividad eléctrica
Una espera de algo menos de una hora en la que nos volvimos en la principal atracción del autobús, poco frecuentado por blancos al parecer… Tuvimos la oportunidad de comprar relojes, baterías portátiles, mangos, patatas fritas, huevos duros, gafas de sol, cinturón, bollos diversos, mazorcas de maíz de Zambia, todo tipo de bebidas y refrescos. Nos atrevimos a probar una bebida nacional hecha con maíz el “Maheu” hay de diversos sabores, sorgo, banana, chocolate… Está bueno si te lo dan bien fresco además, alimenta cantidad.

Con los resultados bajo el brazo, volvimos al desértico campus de la universidad de Lupane. Desértico porque lxs alumnxs acabaron el curso a mediados de noviembre y hasta mediados de enero gozan de vacaciones. Desértico también por su angosta localización que desagrada a más de uno y de una.

En el laboratorio tratamos de analizar unas muestras de suelo con tal de identificar posibles especies de nematodos, una plaga bastante presente sobretodo en KO Mpisi, donde vamos a probar el ensayo de biofumigación con crucíferas.